Hace sólo unas semanas un cónsul de España en Washington, catalán de Barcelona era cesado por la excrecencia gráfica que dejó en Twitter en la que ponía de manifiesto sus escasas dotes diplomáticas, amén de insultar a quienes hablamos el castellano con acento andaluz, algo de una extraordinaria riqueza y notable variedad, según las diferentes zonas geográficas. En fechas más recientes otro catalán, José Abad, afincado en Sabadell, que presume de historiador -por sus hechos no lo parece- y considera que el papel de Cataluña en España es el de una colonia -una afirmación como esa no necesita de mayores comentarios- era encargado por el consistorio vallesano, gobernado por una coalición de republicanos de Esquerra, las CUP, Iniciativa por Cataluña los Verdes y la marca local de los podemitas, de «depurar» el callejero de la localidad de reminiscencias franquistas y elementos anticatalanistas.
Este inquisidor a la catalana -no olvidemos que catalán de Gerona era Nicolás Aymerich, inquisidor general de la Corona de Aragón y autor del «Directorium inquisitorum» donde describe las formas de cómo descubrir a las brujas- la ha emprendido contra todo lo que ha encontrado a mano. En su lista de depurados está el pintor aragonés Francisco de Goya, muerto en 1828 y que ha debido ser considerado anticatalanista. El madrileño Félix Lope de Vega y Carpio, muerto en 1635 en cuyas comedias, como todo el mundo sabe, criticaba duramente a Mas, Puigdemont y Junqueras. También el toledano Garcilaso de la Vega, nacido en los albores del siglo XVI, ha sido depurado pese a su amistad con el poeta barcelonés Juan Boscán; suponemos que por ser un soldado imperialista castellano. Luchaba a las órdenes del emperador Carlos V. Así mismo ha sido purgado Mariano José de Larra, antes de quitarse la vida en 1837 por la ruptura con su amante Dolores Armijo, todo apunta a que debió hablar mal de Cataluña, aunque tal extremo no está confirmado, en su tertulia madrileña de «El Parnasillo». Ha propuesto la desaparición del callejero local de Antonio Machado, considerado franquista, pese a militar en las filas el bando republicano y morir en 1939.
En medio de tanto despropósito, llama la atención que la lista de depurados incluya a don Francisco de Quevedo y Villegas. La opinión de don Francisco sobre los catalanes no era muy favorable que digamos. Fue contemporáneo del intento independentista catalán de 1640 y llegó a escribir al respecto: «En tanto en Cataluña quedase un solo catalán, y piedras en los campos desiertos hemos de tener enemigos y guerra».
A la nómina de excluidos no han escapado dos cordobeses ilustres. Uno, don Luis de Góngora y Argote, muerto en su Córdoba natal allá por 1627. La fecha nos lleva a sospechar que no lo ha sido por franquista, aunque es posible que en las pesquisas del mencionado Abad haya encontrado alguna prueba, porque otra razón no hayamos. El otro cordobés propuesto para la depuración es don Juan Valera por -la cita es textual- sus «excesos del modelo pseudo-cultural franquista». El escritor había muerto en 1905, fecha en la que algún chusco diría que Franco todavía era cabo. Lo de Valera es particularmente injusto. El escritor egabrense, pese a que siempre anduvo corto de dineros, aceptaba pagar bastante más por sus trajes, al estar confeccionados con paños catalanes -mucho más caros que los ingleses- y que el gobierno de España protegía con aranceles aduaneros de la competencia exterior, por lo hermosa que era Barcelona, como dejó consignado en una carta de su rico epistolario.
(Publicada en ABC Córdoba el 23 de agosto de 2017 en esta dirección)